Obras completas. Tomo II

Don Olivante de Laura

La obra recogida en este volumen resulta excepcional en la producción literaria de Torquemada por ser la única ocasión en que abandona el marco humanista y didáctico del diálogo por el género de caballerías. Don Olivante de Laura fue su única novela, pero nunca llegó a verla publicada, pues su manuscrito fue robado y publicado como anónimo, por lo que tampoco disfrutó de los beneficios que por entonces generaban los libros de caballerías. Como jamás supo que el propio Cervantes la leería, como indica una cita del Quijote y que alcanzaría categoría de clásico. Como buen humanista, Torquemada había censurado el estilo caballeresco en su Manual de escribientes, pero escribió esta obra para contrarrestar dichos ataques y dar salida a una necesidad expresiva que tenía muy limitada por su oficio. Destaca el “Prólogo del auctor”, en el que reformula los tópicos del falso autor mediante un relato supuestamente autobiográfico, que introduce al escritor en la aventura caballeresca, procedimiento que los autores renacentistas utilizaban para dignificar su actividad literaria. Su estructura narrativa sigue la línea del Amadís y de los textos que le siguieron y recoge el conflicto entre moros y cristianos, inevitable en todo libro de caballerías desde las Sergas de Esplandián.

Su linaje familiar no guarda relación alguna con el famoso inquisidor con quien comparte apellido. Los datos más ciertos de su biografía se obtienen de sus textos, cuya variante dialectal sitúa su nacimiento en la zona leonesa, de cuyo folklore Torquemada muestra un conocimiento profundo. Desde muy joven le invadió una enorme curiosidad, que materializó en numerosos viajes por España e Italia, como él mismo refiere en algunas de sus obras. Fue un pacífico humanista castellano del siglo XVI, que aprovechó su oficio de secretario de nobles para dar expresión a su ingenio en  la línea del Humanismo renacentista español de corte erasmista. Su prosa se ha considerado precursora de nuevas formas narrativas y antecedente inmediato de los géneros picaresco y pastoril. Asimismo, contribuyó a enriquecer la famosa Biblioteca del Conde de Benavente, a quien sirvió como secretario. Allí tomó contacto con la obra de sus contemporáneos, como Nebrija, Erasmo de Roterdam, Luis Vives y con otros autores de la Antigüedad, a los que leía en latín o en otras lenguas y que contribuyeron a su erudición en las múltiples ramas del saber.