Trilogías. Tomo III

La raza
La dama errante
La ciudad de la niebla
El árbol de la ciencia
Las ciudades
César o nada
El mundo es ansí
La sensualidad pervertida

Las novelas de este tomo, salvo la última, se publicaron entre 1908 y 1912, periodo de madurez creativa en el que Baroja se centra en la burguesía intelectual para caracterizar a sus protagonistas y desaparece el tono satírico de obras anteriores. La raza incluye “La dama errante” y “La ciudad de la niebla”, enlazadas por su continuidad argumental y temporal, y una tercera novela independiente, “El árbol de la ciencia”, considerada una de sus obras maestras. En ella el autor ofrece una muestra del pensamiento del 98 y del suyo propio y da una visión demoledora de la Universidad española y de la situación sanitaria madrileña a finales del siglo XIX. La trilogía de Las ciudades agrupa tres novelas independientes publicadas entre 1910 y 1920: “César o nada”, “El mundo es ansí” y, al cabo de ocho intensos años en los que publica diez volúmenes de Memorias de un hombre de acción, aparece la tercera novela de esta trilogía, “La sensualidad pervertida”, cuyo narrador y protagonista, Luis Murguía, con la voz del autor, asume la escritura como un proceso de conocimiento interior que le conduce a aceptar sus limitaciones y a reconciliarse con su vida, al tiempo que ofrece valiosas reflexiones metaliterarias. 

La lectura voraz de folletines y novelas de viajes va forjando su joven imaginación y al mismo tiempo alivia el desarraigo y la melancolía provocados por los continuos cambios de residencia familiar. Baroja ha sido encuadrado en el nada homogéneo movimiento noventayochista, pero más bien encaja con el afán general de renovación que dominó las letras españolas a finales del siglo XIX. Posee una extraordinaria capacidad para observar su entorno y hacer literatura de cuanto sucede. La realidad es tamizada por su experiencia vital y le sirve de motor con el que arranca la ficción. El afán por viajar le permite observar los tipos que va encontrando y que traslada a sus páginas, así que el esquema del viaje aparece en muchas de sus obras como impulso aventurero que mueve a sus personajes. Ese constante trasiego de personajes que van y vienen de un ambiente a otro da agilidad a su escritura, y así consigue que sus novelas produzcan la impresión de la vida misma.