Obras completas. Tomo Único

Poesía con anotaciones del Brocense:
El labyrintho del poeta Juan de Mena
La Coronación
Lo Claro Escuro
Otras suyas
Adivinanzas
Coplas contra los pecados mortales
Poesías sueltas:
Otros poemas de amor
Otros poemas de circunstancias
Otros poemas colectivos
Otras adivinanzas
Otros poemas satíricos
Poemas atribuidos
Prosa:
Comienza la coronación, compuesta por el famoso poeta Juan de Mena
Omero romançado
Memorias de algunos linages
Tratado sobre el título del duque
Prosa atribuida

La Coronación fue su primer gran proyecto poético, acabado hacia 1438, pero su obra magna fue sin duda el Laberinto de Fortuna, dedicada a Juan II, más conocido por el público como Las trescientas de Juan de Mena. El corte erudito, al estilo de Dante, fue lo que deslumbró a los lectores de este poema alegórico. Su lenguaje hiperculto está muy influido por la retórica latina y representa la quintaesencia en el uso de las coplas de arte mayor, imbuidas de un espíritu mesiánico típico de algunas composiciones heroicas de finales del siglo XV. Toca temas de gran relevancia en todas las artes del Cuatrocientos, como el de la Fortuna y su papel en la vida humana. Aunque tuvo menor resonancia que sus dos poemas mayores, el éxito de sus Coplas contra los pecados mortales se manifiesta en las numerosas impresiones y copias manuscritas que lo conservan. En la prosa tuvo peor fortuna, a excepción de su comentario a La Coronación y su versión de la Ilias latina y Omero romançado, con la que Mena retoma la leyenda clásica troyana.

Quedó huérfano de niño y la pobreza económica le impidió estudiar hasta los veinte años. Inició estudios en su Córdoba natal y los continuó en la Universidad de Salamanca. Más tarde viajó a Florencia y a Roma y al regresar a Castilla entró al servicio de Juan II, cuyo reinado corresponde a la época de esplendor de la poesía de cancionero, en la que Juan de Mena logra imponerse con éxito entre una larga lista de poetas. Este monarca y su condestable, don Álvaro de Luna, lo consideraban su poeta favorito y fue nombrado traductor y cronista de la corte. Su fama pervivirá a través de los autores que lo citan, tanto en la Edad Media como en el Siglo de Oro. En el mercado editorial su nombre sólo admitía parangón con poetas de la talla del marqués de Santillana, con el que formaba parte de la famosa tríada cancioneril completada por Jorge Manrique.