La ceniza fue árbol. Tomo III

La ceniza fue árbol

• 19 de julio

La concentración histórica en la cuarta y quinta novelas es aún mayor que en las anteriores. Mariona Rebull abarca tres décadas de la crónica barcelonesa y El viudo Rius prosigue hasta la Semana Trágica de 1909, en Desiderio la acción ya se concentra en un trienio, el de 1914 a 1916. Con ritmo periodístico y documental, la narración de 19 de julio, contenida en este tercer tomo, se centra en el trágico quinquenio republicano de 1931 a 1936 y la siguiente, Guerra Civil (tomo IV), transcurre en el trienio bélico del 36 al 39. Ambas novelas son las más exhaustivas documentalmente, lo cual no aplasta la trama novelesca, porque Agustí mantiene el equilibrio y despliega su experiencia vital en varios personajes de la trama. Es un momento difícil para el autor, con el franquismo en decadencia, su forma de narrar se mueve contra las modas literarias y el auge de la novela experimental le anuncia el final de su camino literario. Pero a Agustí aún le queda un árbol por plantar y dos premios por recibir: el Premio Nacional de Literatura y el de la Crítica por 19 de julio.

Ignacio Agustí Peipoch, novelista, periodista y poeta barcelonés. Cursó la enseñanza secundaria con los jesuitas y se licenció en Derecho por la Universidad de Barcelona. Dirigió la revista semanal Destino entre los años 1944 y 1958, y desde 1962, la revista El español. Desde sus inicios ya cultivó los más diversos géneros, por lo que fue galardonado con la concesión de importantes premios literarios: Mariano de Cavia (1955) y Miguel de Cervantes (1965). Escribió en catalán hasta 1936, pero después de la Guerra Civil, los acontecimientos históricos le obligaron a iniciar una nueva etapa de escritura en castellano. A esta época pertenece el ciclo novelístico que ahora editamos, La ceniza fue árbol, marcado por el realismo y centrado esencialmente en describir a la burguesía barcelonesa desde el siglo XIX hasta la gran crisis de la sociedad catalana durante la época de la industrialización. Cabe destacar también la novela de carácter poemático Los surcos (1942). Póstumamente aparecieron unas memorias que había dejado preparadas bajo el título Ganas de hablar (1974).