Comedias. Tomo IV

El postrer duelo de España
Eco y Narciso
El monstruo de los jardines
El encanto sin encanto
La niña de Gómez Arias
El gran príncipe de Fez
El Faetonte
La aurora en Copacabana
El conde Lucanor
Apolo y Climene
El golfo de las sirenas
Fineza contra fineza

Esta Quarta Parte de Comedias de Don Pedro Calderón de la Barca contiene doce obras cuyos textos no se corresponden con la primera edición (1672), sino con la segunda (1674) por ser estos, y no aquellos, ordenados por el propio Calderón en función de su proximidad cronológica. Se pueden agrupar según dos de los subgéneros que, entre otros, cultivó el autor: de un lado, las fiestas cortesanas, con las que, junto al éxito ya afianzado en los corrales, Calderón se asegura su posición como poeta de corte, y del otro lado, los dramas de tema histórico como El postrer duelo de España, que abre la edición. Se trata de uno de los mejores dramas calderonianos y aborda la cuestión de la prohibición de los duelos en España por Carlos V en 1522. Otros dos dramas, estrenados ambos en 1661 con gran aparato escénico, destacan también por su carga simbólica y significado moral. Son las fiestas mitológicas Eco y Narciso y El monstruo de los jardines, en las que se desarrolla la misma situación dramática que aparecía en La vida es sueño.

Calderón de la Barca comienza a escribir comedias hacia 1620, cuando el modelo de la “comedia nueva” estaba plenamente instalado desde principios de siglo, aunque Lope de Vega lo había iniciado mucho antes. Aunque se inspiró en este modelo, Calderón creó un teatro con voz propia. Para él no había géneros menores ni temas superficiales: dedica su arte con la misma intensidad para la comedia de capa y espada o el drama de honor que para la obra religiosa y la histórica. Sus comedias se basan en los choques continuos entre los personajes, fruto de los contrastes de su carácter y reflejo de sus ideas y modos de vivir. Estos se van enfrentando en las tres jornadas canónicas hacia el desenlace, que unas veces supone la instauración de un nuevo orden, y otras, conlleva el fracaso o la muerte de los injustos. Su mentalidad dialéctica, que sumaba los contrarios en busca de una síntesis total, le lleva a fundir lo serio y lo burlesco, lo jocoso con lo trascendente, la broma con la lírica, por lo que su teatro responde plenamente al momento cultural barroco.