Segundas Celestinas. Tomo Único

Autor: Varios Autores

Obras incluidas

Feliciano de Silva:
Segunda comedia de Clestina
Gaspar Gómez:
La gran Semíramis – La cruel Casandra
Tercera parte de la tragicomedia de Celestina
Sancho de Muñón:
Tragicomedia e Lisandro y Roselia

50,00

Obras incluidas

Segunda comedia de Celestina, Feliciano de Silva

Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, Gaspar Gómez

Tragicomedia de Lisandro y Roselia, Sancho de Muñón

Sinopsis

“No es que en esos años [la España renacentista] fuera la cuna de pícaros, rufianes y prostitutas, ni tampoco que existiera en ella una mayor conciencia social que en otros países, lo que sucedió fue que una creación genial como La Celestina abrió caminos literarios que se fueron bifurcando gracias a otras creaciones”. Con estas certeras palabras concluye la catedrática Navarro Durán el prólogo a las tres continuaciones de la Tragicomedia de Calisto y Melibea que se editan en el presente volumen: la Segunda comedia de Celestina de Feliciano de Silva, la Tercera parte de la tragicomedia de Celestina de Gaspar Gómez y la Tragicomedia de Lisandro y Roselia de Sancho de Muñón.

El término “celestinesca” se acuñó a partir del estudio de Menéndez Pelayo sobre las imitaciones de La Celestina, y es que pocas obras aúnan tal intensidad y belleza, pocas atesoran  tantas novedades literarias. Por ello no es de extrañar que a lo largo del siglo XVI otros autores imitaran deliberadamente la obra de Rojas, continuaran su argumento y volvieran a sacar a escena a algunos de sus personajes.

De un escritor conocido por sus novelas de caballerías como Feliciano de Silva que resucita a la alcahueta, emparenta a sus criaturas con célebres personajes de La Celestina y demuestra su habilidad retórica con una amplia gama de registros lingüísticos –así  los juramentos del rufián Pandulfo o el habla rústica del pastor Filínides−, a otros escritores menos populares como Gaspar Gómez o Sancho de Muñón, teólogo salmantino que nos brindará la mejor de las tres continuaciones.

La Tercera parte de Gaspar Gómez aprende bien el uso de las hablas jergales de  la Segunda comedia y sigue la senda de su antecesor, pero será la Tragicomedia de Lisandro y Roselia la que se gane el reconocimiento de Menéndez Pelayo al entroncar directamente con la obra genial de Rojas, descartando la resurrección de Celestina y ubicando a Elicia como alcahueta de su tragicomedia, además de descubrimos escenas eróticas de herencia boccacciana que nunca se había visto en nuestra literatura. Se genera así un interesante diálogo entre el modelo y las tres continuaciones que corona con la risa de Celestina, un humor ácido que años después heredará la literatura picaresca.

 

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